En nuestro taller encontrarás broches, diademas, tocados, fundas para el móvil y demás monaditas para regalar a amigas, mamás, tías, novias, cumpleañeras o a ti misma... ¡seguro que te alegrarán el día!

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sábado, 31 de julio de 2010

El coche Bob


El aire entraba a borbotones por las ventanas abiertas y alborotaba la melena de Bob y sus amigos, quienes a voz en grito, tatareaban las canciones de su grupo favorito. El paisaje se transformaba a medida que recorrían kilómetros. La carretera era suya y el destino lo marcaban sus propias decisiones. Se habían propuesto llegar hasta el fin del mundo. Nadie había llegado tan lejos hasta entonces.
Y de repente, "pfffuuaffff", un gran estallido hizo tambalear el coche y el viejo Bob tuvo que esforzarse al máximo para no perder el control y acabar estrellándose contra una olivera que se acercaba peligrosamente. El neumático delantero izquierdo no había aguntado la particular odisea de Bob y sus amigos. Ahí, en medio de la nada, en la cuneta de una carretera desierta y a la sombra de una vieja olivera, igual tenía 250 años, parecía acabar el road trip de nuestros amigos.
Y fue entonces cuando Bob lo vio. El imprevisible vuelo de una gran mota de polvo le guió hasta su entrada. Atónitos, Bob y sus amigos miraban la destartalada puerta de un viejo bar de carretera abandonado. Con miedo, pero intrigados ante tan sorprendente descubrimiento, se adentraron en su interior.
El aire se transformó y la sal se pegó en sus cuerpos y en sus labios. La música sonaba y las risas de los tertulianos animaban el ambiente. La piscina, al borde de un acantilado, estaba llena de gente. "¿Vosotros también buscais el fin del mundo?", preguntó risueño el camarero.
Bob y sus amigos nunca llegaron hasta su objetivo, pero ese inesperado pinchazo les regaló una de las tardes más gloriosas que recuerdan. Ahora, muchos años después, cuando Bob está cansado o un poco triste, se va allá, a la ruta del fin del mundo, pero se queda a medio camino. ¿Quieres que te lleve? Pues comparte los cinco euros de gasolina más los costes del peaje y descubre que no hace falta llegar tan lejos para disfrutar de la vida.

jueves, 29 de julio de 2010

La ratita Ginny

Todo iba de maravilla. La Ratita Ginny, que en esta ocasión no iba acompañada de su amigo el Gatito Dimas, estaba disfrutando de una apacible mañana de golf. El sol calentaba y los pajarillos llenaban el día con sus alegres cantos. "Estoy mejorando mi swing", pensó la ratita al comprobar que estaba firmando una tarjeta inmejorable, con tres golpes bajo el par del campo.
Los hoyos se iban sucediendo y Ginny pensaba que ese día iba a conseguir su mejor registro. Pero entonces llegó el hoyo 7 y su dichoso bunker de arena. Cambió de palo, se concentró al máximo y..., la pelota no salía de la trampa en la que había caído. Ginny lo intentaba una y otra vez mientras comprobaba con preocupación cómo el sol iba cayendo y los pajarillos dejaban de cantar. La oscuridad se estaba adueñando del cielo y el sonido de los depredadores al acecho sustituía el alegre gorjeo de las aves.
La ratita Ginny, desesperada, ya ha empezado a gritar. ¿La oyes? ¿Serás tú quién la rescate? Ella ya ha prometido que si sale de esta deja el golf y se dedica a jugar al parchís, un deporte igual de respetable pero que no entraña tantos riesgos. Anímate, paga los cinco euros que cuesta la entrada del golf, sus gastos de envío y disfruta de la simpática Ginny acompañándote siempre en tus prendas de vestir favoritas.

martes, 27 de julio de 2010

El gatito Dimas


Sí, no os preocupéis, estáis en lo cierto. Si os pareció ver a un lindo gatito no os equivocábais. El pequeño Dimas se acercó el otro día al puerto a ver si pescaba alguna sardinita para menear el bigote. No sabemos si tuvo suerte nuestro amigo el felino, pero pudimos recoger esta fantástica instantánea que demuestra su paseo por la costa de Sant Elm, en la isla de Mallorca.
Su color negro y el lazo naranja que viste su portentosa cola son los rasgos típicos de un Dimas que estaría encantado de colgarse en tu camiseta blanca para hacer juego con tus shorts vaqueros y disfrutar de una estupenda tarde playera.
La compañía y fidelidad de este aventurero compañero valen más que los cinco euros más los gastos de envío que cuestan su billete de ida hasta tu casa.
¿Te animas a conocerle?